Porque los tomates son rojos cuando maduran
Científicos catalanes descubren por qué los tomates se vuelven rojos al madurar
Científicos del CSIC en Barcelona han descubierto que los tomates activan mecanismos moleculares en respuesta a la luz para regular la maduración y así conservar su color rojo.
Investigadores del CSIC en el Centro de Investigación en Genómica Agrícola (CRAG) de Barcelona han descubierto que los tomates, en respuesta a la luz, tienen mecanismos moleculares que regulan la maduración del fruto para mantener su color rojo. Los carotenoides son un grupo de pigmentos esenciales para la vida de las plantas, ya que las protegen del exceso de luz solar y son precursores de la síntesis de hormonas. También intervienen en la maduración de las frutas: éstas cambian de color de verde cuando están inmaduras a naranja o rojo cuando están maduras, gracias a la acumulación de carotenoides como el betacaroteno (precursor de la vitamina A) y el licopeno (un potente agente anticancerígeno). Investigaciones anteriores sobre la planta Arabidopsis han demostrado que la síntesis de carotenoides está regulada por los fitocromos, receptores de luz en las hojas que permiten a las plantas reconocer el tipo de luz que reciben y obtener así información sobre el entorno. El fitocromo reconoce en qué parte del espectro se encuentra la luz que recibe: puede distinguir entre el rojo (lo que significa que está recibiendo luz solar directa) y el rojo lejano (lo que significa que está en sombra parcial, rodeado de otras plantas cuya clorofila absorbe la radiación roja). La síntesis de carotenoides está regulada por los fitocromos, que permiten a la planta reconocer el tipo de luz que recibe y tener así información sobre su entorno. Con estas señales, la planta puede reconocer su entorno, adaptar su crecimiento a la luz que recibe y crecer escapando de la sombra.
Las frutas aprenden de las plantas
Hasta ahora se desconocía si estos mecanismos también funcionan en la fruta, según publica en The Plant Journal un equipo dirigido por Manuel-Rodríguez Concepción, investigador del CSIC en el CRAG, en colaboración con el Instituto Catalán de Ciencias Fotónicas (ICFO). Los investigadores sospecharon que, en la fruta, la biosíntesis de carotenoides debe tener también alguna relación con los fitocromos. Los investigadores descubrieron que este mecanismo también funciona en la fruta, pero no para informar al entorno, sino para controlar lo que ocurre en su interior. Los fitocromos detectan los cambios en la composición de la luz que penetra en la pulpa de la fruta. Cuando el fruto está verde debido a la acumulación de clorofila, retiene la radiación equivalente al rojo, pero cuando el fruto y sus semillas se desarrollan, el fruto empieza a perder clorofila, aumenta la cantidad de rojo en la luz que lo atraviesa, que es percibida por los fitocromos presentes en la pulpa del tomate. La fruta ha conseguido reciclar un mecanismo que las plantas inventaron para ver su entorno y lo ha adaptado para ver su interior. "Es", explica Rodríguez-Concepción, "una función completamente nueva". Las frutas han conseguido recuperar el mecanismo que las plantas inventaron para ver su entorno y luego lo han adaptado para ver el interior y adaptar el color a la madurez".
El color como señal para los animales
Los investigadores plantean la hipótesis de que el mecanismo que han descubierto es especialmente relevante en el contexto ecológico de las interacciones entre plantas y animales. Briardo Llorente, coautor del estudio, explicó que creen "que el cambio de color de una fruta tiene una función comunicativa en la naturaleza. Los frutos cambian de color al madurar, lo que los hace más reconocibles para los animales. Este cambio de color coincide con el momento en que las semillas pueden germinar, no antes". Según los investigadores, el trabajo muestra cómo se puede manipular el mecanismo descubierto para producir frutos más ricos en carotenoides, más atractivos, sanos y nutritivos.